miércoles, 27 de febrero de 2008

El dominio de la implosión


Los NS investigaron y desarrollaron numerosas “super-armas”, si bien su auténtica busca era un aparato o ingenio que no escupiera fuego ni produjera ruido, un aparato silencioso y misterioso.

El “Expediente OMEGA” afirma que en el verano de 1936 la propulsión anti-gravedad alcanzó una operatividad cercana al 100% pasando a aplicarse a los platillos volantes en el Schwarzwald. Los experimentos científicos anti-gravitatorios de Viktor Schauberger fueron recogidos, perfeccionados y desarrollados exitosamente por departamentos secretos de la SS.

Para aplicar el proceso de la implosión a la tecnología de la aviación fue desarrollado un departamento secreto del Tercer Reich conocido como “Proyecto Haunebu”. Consiguió crearse un vehículo que podía alcanzar una altitud de 15.000 metros en 3 minutos; que podía permanecer inmóvil en el aire; volar tan rápidamente al revés como al derecho y detener en el acto una velocidad de vuelo superior a 6.000 km. por hora.

El “Proyecto Haunebu” (algunas fuentes lo denominan también “Proyecto Vril”) tuvo por fin construir tanto cazas como medios aéreos antigravitatorios de transporte. Los prototipos eran numerados en orden ascendente. Debido a las dificultades para controlar las perturbaciones electromagnéticas que se producen en el desarrollo de la implosión, así como por la interacción con los componentes eléctricos convencionales, el proyecto sufrió varios contratiempos. Inicialmente, al aplicarse sobre los ingenios la energía implosiva, aproximadamente en un 90% de los casos se hacía imposible dirigir o volar estos prototipos. Pero al corregirse las sucesivas disfunciones los éxitos fueron abriéndose paso.

Todos estos proyectos fueron desarrollados en el mayor secretismo. Según el historiador alemán Stevens, “el primer Haunebu era el primer platillo grande de vuelo desarrollado en Alemania. Fue probado por primera vez en agosto de 1939, es decir, unas semanas antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial”.


Mediante el proceso de implosión la industria secreta del Tercer Reich consiguió crear aparatos de vuelo con un campo magnético propio que permite vencer la entropía, el magnetismo terrestre y la gravedad. La misma inercia ya no afecta a un aparato que ha creado su propio campo magnético, consiguiéndose vencer las leyes y toda la “lógica” material. Este material fue preservado del conocimiento público y su desarrollo fue un alto secreto debidamente salvado de caer en manos enemigas.

fuente: externa al autor del blog

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