lunes, 1 de diciembre de 2008

La prohibición


La excéntrica conducta de los "artistas absintheurs" no bastó para empujar la prohibición. Fueron un par de hechos policiales los que determinaron la caída del licor. El primero de ellos --y el más ruidoso-- ocurrió nada menos que en Suiza, país natal de la bebida, en agosto de 1905, cuando un hombre llamado Jean Lanfray, un granjero de 31 años, fue acusado de matar a su mujer y su hijo bajo los efectos del ajenjo. La policía, que había hallado en casa de Lanfray rastros de numerosas bebidas alcohólicas, pronto supo que el asesino solía beber cinco litros de vino por día, además de dos vasos de absinthe. La prensa se ocupó de destacar más esto último, para hablar del "crimen del ajenjo".
Ya se habían recolectado en Suiza unas 80 mil firmas exigiendo la prohibición del licor cuando un bebedor compulsivo de absinthe, de apellido Sallaz, mató a su esposa, en la ciudad de Ginebra. El hecho impulsó otro petitorio, que juntó unas 35 mil firmas más.
El ajenjo fue oficialmente prohibido en Suiza en 1907. La medida fue imitada en otros países, como Italia. Los Estados Unidos prohibieron el licor en 1912, lo mismo que Holanda y Bélgica. Pero en Francia siguió siendo legal porque (como especula Marie-Claude Delahaye en su Histoire de la Fée verte) había poderosos intereses políticos: la bebida aportaba "45 millones de francos-oro en conceptos de impuestos diversos".
"El anticoholismo practicaba una pedagogia del miedo", afirma Didier Nourrison. "Absintismo y alcocholismo fueron deliberadamente confundidos", escribe Delahaye, "de tal forma que un alcochólico era simplemente denominado 'un bebedor de ajenjo' ". En el año1900, la Academia de Medicina condenaría todas las bebidas hechas a partir de esencias vegetales, sobre todo el absinthe. Pero la cosa no pasaba de declaraciones públicas, mientras que la derecha pedía a gritos una ley en su contra.
Cuando estalló la Gran guerra del '14, los ideólogos de la cruzada anti-ajenjo encontraron el argumento que faltaba: el absinthe debilitaba a las tropas, "erosionando la defensa nacional"; el absinthe era "antipatriótico". Hubo quienes llegaron a decir que el licor era parte de una confabulación judía para destruir a Francia. Por las dudas, una pequeña destilería puso en su etiqueta la leyenda "Absinthe anti-judío".
Aunque los debates comenzaron en agosto de 1914, la prohibición recién fue sancionada en marzo del año siguiente, al mismo tiempo que las tropas alemanas atacaban Argonne. Los encargados de fabricar la bebida guardaron un extraño silencio; pronto trascendería el rumor, no confirmado, de que recibieron una indemnización estimada en 35 millones de francos. Las únicas quejas provinieron de los dueños de los bares y bistrós. "¡Viva el ajenjo!", titulaba el diario marsellés La Victoire, en febrero de 1916, al anunciar la ira de los taberneros locales. En 1917, los partidarios de la moderación publicaron una solicitada en la que se decía que "la victoria sobre Alemania debe ir acompañada de la victoria contra el alcohol".
Para 1920, la máxima graduación alocohólica tolerada en Francia era de 3O°. Fue recién en 1922 que un decreto autorizó la fabricación de aperitivos anisados con una graduación de hasta 40°. Así fueron naciendo los muchos sucedáneos del ajenjo: anís del oso, berger, tomysette, etcétera. Según Jean-Claude Bologne, la idea de crear un sustituto se remonta a 1911, cuando "en medio de las discusiones previas a la prohibición, el químico Louis Pillet le propuso al senado la fabricación de un absinthe sin ajenjo, una anisette bastante más liviano". Visión de futuro no le faltaba a Pillet. Hacia 1925 se vendían en toda Francia unos 200 mil hectolitros de bebidas anisadas.
La tolerancia fue elevada hasta 45° a partir de 1938. Esto permitió a la firma Ricard el lanzamiento del "pastís marsellés". Pero de todos los sucedáneos del absinthe, ninguno gozó de tanta fama como el Pernod, tal vez porque su nombre está ligado íntimamente al licor que hasta el presente sigue prohibido por las leyes francesas. ¿Qué tienen en común el pastís o el Pernod con el histórico ajenjo? Poco y nada, afirman los entendidos. Apenas el color o el gusto amargo, según el caso. Dicho de otra manera, la filiación es más bien sentimental.

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