1. ¿Es una ficción El Dorado?
Los conquistadores españoles escucharon con asombro el relato de aquel anciano chibcha del altiplano colombiano. Afirmaba que, cada año, un cacique vestido con polvo de oro y portador de valiosas ofrendas se introducía en las oscuras aguas situadas en el cráter de un volcán extinto, a 3.000 metros de altura: era el lago Guatavita. Ávidos de riquezas, aquellos exploradores asumieron la realidad de esa historia y Eldorado se convirtió así en objetivo de los buscadores de tesoros de todo el mundo. Desde 1536, decenas de aventureros han querido localizar al célebre hombre de oro, tratando de drenar el lago y buscando entre el fango de sus profundidades. Nadie dio con el espectro pero sí se encontraron miles de objetos de gran valor que alentaron sus esperanzas. Sin embargo, el gobierno colombiano, harto de los destrozos sufridos en la zona, la declaró Sitio Histórico en 1965, finalizando así con cinco siglos de saqueos incontrolados.
2. ¿Qué son las Siete Ciudades de Cíbola?
En 1528, cuatro hombres volvían a Nueva España como únicos supervivientes de una expedición de 200 españoles. Regresaban del norte y afirmaban haber avistado una de las Siete Ciudades de Cíbola y Quivira, localidades que, según la leyenda, edificaron en oro y diamantes siete obispos que escaparon de Mérida en 1150. Años más tarde, otro fraile reiteró la misma historia, por lo que, en 1540, la corona española envió una expedición de más de 1.000 hombres, con Francisco Vázquez de Coronado al mando. Tras dos meses y medio de viaje, avistaron un poblado miserable cuyas paredes de adobe amarillo reflejaban el sol. Vázquez supo entonces que una ilusión óptica había jugado con ellos durante medio siglo y, para resarcirse, bautizaron como Gran Quivira unas ruinas que encontraron a su paso. Los aventureros sufrieron un gran desengaño, pero aquella singular expedición dejó un importante legado de nuevos descubrimientos, como el Gran Cañón o el golfo de California.
3. ¿Vivió el rey Arturo en Ávalon?
Los bretones creen que él está vivo y habita en Ávalon junto con el más rubio de todos los elfos. De quien habla el poeta inglés Layamon (1190) no es otro que del rey Arturo. La Isla de Ávalon permanece instalada en el imaginario popular como el lugar donde el monarca herido se refugió para ser sanado por Morgana y sus hermanas. En este promontorio mágico convergen así historias literarias, leyendas celtas y la mitología helénica, por lo que ha sido identificado con el Jardín de las Hespérides o la Isla de las Manzanas (aval significa manzana en bretón y galés). La tradición británica identifica esta ínsula con el otero de Glastonbury –Glastonbury Tor–, en cuya cima se erige la Torre de San Miguel (en la imagen), único vestigio de una antigua iglesia medieval. El suelo en que se eleva es pantanoso y hay pruebas de que durante muchos siglos el terreno que circunda la elevación estuvo sumergido bajo el agua.
4. ¿Quién se quedó con el Oro de Moscú?
La noche del 22 de octubre de 1936, rusos y españoles se mezclan en silencio en el puerto de Cartagena. Tienen una misión común: cargar 7.800 cajas en cuatro cargueros soviéticos, Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Cada arcón pesa 75 kilos de un contenido muy especial: las reservas de dinero de los españoles.
En aquellos barcos partieron unas 510 toneladas de oro, el famoso Oro de Moscú, lo que correspondía a más del 70% de los fondos del Banco de España. A iniciativa del ministro de Hacienda de la II República, Juan Negrín, el destino final de aquel dinero era la Rusia de Stalin, en teoría para ponerlo a salvo del bando sublevado. Desde aquella fecha, Negrín firmó órdenes de venta para que los soviéticos nos suministraran. Sin embargo, en 1938 Rusia afirmó que las existencias de ya se habían agotado. ¿Era cierto? Setenta años después, las especulaciones sobre si Rusia se quedó con el dinero o éste regresó a la España de Franco siguen en el aire. Aunque en 1957 Salvador de Madariaga escribió que se cerraba "el capítulo del oro con llave de acero", todavía hoy sigue despertando morbo y curiosidad como quedó demostrado con la película de Jesús Bonilla (2002), el Oro de Moscú
5. ¿Fue Barba Azul un sádico asesino?
A finales del siglo XVII, el escritor francés Charles Perrault publicó su obra Cuentos de Mama Oca, un compendio de relatos y narraciones populares inspirados en leyendas o en personajes reales. Uno de los más conocidos es Barba Azul, protagonizado por un terrorífico asesino de mujeres a las que encerraba y mataba en su castillo. El personaje real que lo inspiró no es otro que Gilles de Rais (1404-1440), con la diferencia de que las víctimas de éste eran niños y no mujeres. Mariscal de Francia y guerrero junto a Juana de Arco, Gilles de Rais escondía una vida secreta: la de asesino en serie de muchachos a los que encerraba y torturaba en su castillo.
El escritor y periodista Juan Antonio Cebrián, autor de un libro sobre el personaje titulado El mariscal de las tinieblas, habla de lo duro que resultaba ser niño en la europea, cuando muchos de ellos estaban abocados a trabajos forzados y apenas tenían para comer. Gilles de Rais les engañaba y atraía a su castillo ofreciéndoles trabajo, amparado en su fortuna de grande de Francia. En la región de Rais aún se recuerdan las tropelías del Mariscal, como todavía se le conoce.
Algunos historiadores franceses pretenden restaurar su memoria apelando al papel que cumplió en la Guerra de los Cien Años, pero es muy difícil borrar su estigma de asesino. Hoy, tanto Barba Azul como el verdadero Gilles de Rais habrían sido considerados psicópatas, asesinos en serie o psycho-killers.
Los conquistadores españoles escucharon con asombro el relato de aquel anciano chibcha del altiplano colombiano. Afirmaba que, cada año, un cacique vestido con polvo de oro y portador de valiosas ofrendas se introducía en las oscuras aguas situadas en el cráter de un volcán extinto, a 3.000 metros de altura: era el lago Guatavita. Ávidos de riquezas, aquellos exploradores asumieron la realidad de esa historia y Eldorado se convirtió así en objetivo de los buscadores de tesoros de todo el mundo. Desde 1536, decenas de aventureros han querido localizar al célebre hombre de oro, tratando de drenar el lago y buscando entre el fango de sus profundidades. Nadie dio con el espectro pero sí se encontraron miles de objetos de gran valor que alentaron sus esperanzas. Sin embargo, el gobierno colombiano, harto de los destrozos sufridos en la zona, la declaró Sitio Histórico en 1965, finalizando así con cinco siglos de saqueos incontrolados.
2. ¿Qué son las Siete Ciudades de Cíbola?
En 1528, cuatro hombres volvían a Nueva España como únicos supervivientes de una expedición de 200 españoles. Regresaban del norte y afirmaban haber avistado una de las Siete Ciudades de Cíbola y Quivira, localidades que, según la leyenda, edificaron en oro y diamantes siete obispos que escaparon de Mérida en 1150. Años más tarde, otro fraile reiteró la misma historia, por lo que, en 1540, la corona española envió una expedición de más de 1.000 hombres, con Francisco Vázquez de Coronado al mando. Tras dos meses y medio de viaje, avistaron un poblado miserable cuyas paredes de adobe amarillo reflejaban el sol. Vázquez supo entonces que una ilusión óptica había jugado con ellos durante medio siglo y, para resarcirse, bautizaron como Gran Quivira unas ruinas que encontraron a su paso. Los aventureros sufrieron un gran desengaño, pero aquella singular expedición dejó un importante legado de nuevos descubrimientos, como el Gran Cañón o el golfo de California.
3. ¿Vivió el rey Arturo en Ávalon?
Los bretones creen que él está vivo y habita en Ávalon junto con el más rubio de todos los elfos. De quien habla el poeta inglés Layamon (1190) no es otro que del rey Arturo. La Isla de Ávalon permanece instalada en el imaginario popular como el lugar donde el monarca herido se refugió para ser sanado por Morgana y sus hermanas. En este promontorio mágico convergen así historias literarias, leyendas celtas y la mitología helénica, por lo que ha sido identificado con el Jardín de las Hespérides o la Isla de las Manzanas (aval significa manzana en bretón y galés). La tradición británica identifica esta ínsula con el otero de Glastonbury –Glastonbury Tor–, en cuya cima se erige la Torre de San Miguel (en la imagen), único vestigio de una antigua iglesia medieval. El suelo en que se eleva es pantanoso y hay pruebas de que durante muchos siglos el terreno que circunda la elevación estuvo sumergido bajo el agua.
4. ¿Quién se quedó con el Oro de Moscú?
La noche del 22 de octubre de 1936, rusos y españoles se mezclan en silencio en el puerto de Cartagena. Tienen una misión común: cargar 7.800 cajas en cuatro cargueros soviéticos, Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Cada arcón pesa 75 kilos de un contenido muy especial: las reservas de dinero de los españoles.
En aquellos barcos partieron unas 510 toneladas de oro, el famoso Oro de Moscú, lo que correspondía a más del 70% de los fondos del Banco de España. A iniciativa del ministro de Hacienda de la II República, Juan Negrín, el destino final de aquel dinero era la Rusia de Stalin, en teoría para ponerlo a salvo del bando sublevado. Desde aquella fecha, Negrín firmó órdenes de venta para que los soviéticos nos suministraran. Sin embargo, en 1938 Rusia afirmó que las existencias de ya se habían agotado. ¿Era cierto? Setenta años después, las especulaciones sobre si Rusia se quedó con el dinero o éste regresó a la España de Franco siguen en el aire. Aunque en 1957 Salvador de Madariaga escribió que se cerraba "el capítulo del oro con llave de acero", todavía hoy sigue despertando morbo y curiosidad como quedó demostrado con la película de Jesús Bonilla (2002), el Oro de Moscú
5. ¿Fue Barba Azul un sádico asesino?
A finales del siglo XVII, el escritor francés Charles Perrault publicó su obra Cuentos de Mama Oca, un compendio de relatos y narraciones populares inspirados en leyendas o en personajes reales. Uno de los más conocidos es Barba Azul, protagonizado por un terrorífico asesino de mujeres a las que encerraba y mataba en su castillo. El personaje real que lo inspiró no es otro que Gilles de Rais (1404-1440), con la diferencia de que las víctimas de éste eran niños y no mujeres. Mariscal de Francia y guerrero junto a Juana de Arco, Gilles de Rais escondía una vida secreta: la de asesino en serie de muchachos a los que encerraba y torturaba en su castillo.
El escritor y periodista Juan Antonio Cebrián, autor de un libro sobre el personaje titulado El mariscal de las tinieblas, habla de lo duro que resultaba ser niño en la europea, cuando muchos de ellos estaban abocados a trabajos forzados y apenas tenían para comer. Gilles de Rais les engañaba y atraía a su castillo ofreciéndoles trabajo, amparado en su fortuna de grande de Francia. En la región de Rais aún se recuerdan las tropelías del Mariscal, como todavía se le conoce.
Algunos historiadores franceses pretenden restaurar su memoria apelando al papel que cumplió en la Guerra de los Cien Años, pero es muy difícil borrar su estigma de asesino. Hoy, tanto Barba Azul como el verdadero Gilles de Rais habrían sido considerados psicópatas, asesinos en serie o psycho-killers.
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