martes, 16 de septiembre de 2008
Otras diez cosas que quizá no sabías sobre la Tierra
1. La Tierra es más lisa que una bola de billar
Es posible que algunos hayan oído la afirmación de que si la Tierra fuera reducida al tamaño de una bola de billar sería incluso más lisa que ésta. Una bola de billar tiene unos 5.7 cm de diámetro con una desviación de +/- 0.01 cm. Teniendo en cuenta que la Tierra tiene un diámetro de 12.735 kilómetros, y sin contar mares y montañas, se podría decir que nuestro planeta es bastante liso.
Pero lo más sorprendente es que aún contando con que el punto más alto es el Everest (8,85 km) y el más profundo la fosa de las Marianas (-11km), los parámetros de la Tierra estarían dentro de lo aceptable para una bola de billar, así que por una vez la leyenda urbana se cumple.
2. La Tierra está abombada
Muy bien, la Tierra es lisa, pero ¿es suficientemente redonda? Como todos saben, nuestro planeta no es una esfera perfecta, y en buena medida se debe a su propio movimiento giratorio. La fuerza centrífuga provoca que nuestro planeta se abombe ligeramente en forma de esferoide oblato, de modo que si uno mide el diámetro entre los polos y lo compara con el diámetro del Ecuador, obtiene una diferencia de 42,6 kilómetros (12.713’6 km frente a 12.756’2 km). Y eso es más de lo que admitiríamos para una bola de billar.
3. La Tierra no está tan abombada
Sin embargo, decir que la Tierra es un esferoide oblato quizá es decir demasiado. Para definir su forma debemos tener en cuenta las fuerzas gravitacionales del Sol y la Luna. Nuestro satélite, por ejemplo, es capaz de elevar hasta un metro la altura del mar y “es posible” que unos 30 centímetros de tierra firme. Esta fuerza es mucho menos potente que la de la rotación de la Tierra, pero sigue estando ahí.
Otras fuerzas que actúan sobre nuestro planeta son la presión causada por el peso de los continentes o la elevación que provocan las placas tectónicas, pero en resumidas cuentas, aunque no es una esfera perfecta, si la sostuvieras en una mano como si fuera una bola de billar, difícilmente te darías cuenta.
4. La Tierra tampoco es exactamente un geoide
Si concluimos que la Tierra es un objeto con forma “casi esférica aunque con un ligero achatamiento en sus polos”, entonces deberíamos afirmar sin miedo que se trata de un geoide. Pero tampoco lo es. Al menos exactamente. Si nuestro planeta estuviera completamente cubierto por el agua, lo que no tardará mucho en pasar al paso que vamos, entonces la superficie sería un geoide. Pero como los continentes no son tan dúctiles, la forma de la Tierra solo se aproxima al geoide. Para solucionar este asunto, entre otros, la ESA ha enviado al espacio un satélite llamado GOCE que explorará las fuerzas gravitarorias y la forma del planeta.
5. ¿Qué pasaría si saltáramos a un agujero que atravesara el planeta por el núcleo?
Que moriríamos, evidentemente. Pero si estuviéramos hechos de algún material mágico que nos permitiera sobrevivir a la caída de 13.000 km, tardaríamos unos 20 minutos en llegar al interior de la Tierra y otros 20 minutos en ascender al exterior por el otro extremo. El problema es que nada más llegar a la superficie volveríamos a caer, y este viaje de ida y vuelta se repetiría una y otra vez durante toda la eternidad.
6. ¿Por qué está caliente el interior de la Tierra?
La primera fuente de calor se remonta a la formación de nuestro planeta: el choque de los primeros planetesimales habría provocado una cantidad de energía suficiente para transformar nuestra incipiente Tierra en una bola de fuego. La contracción provocada por la gravedad habría generado un segundo aumento de la temperatura, a lo que hay que sumar el desplazamiento de los metales más pesados hacia el núcleo y la presencia de elementos radioactivos, como el uranio. Sin olvidar, además, que la corteza terrestre es un excelente aislante, capaz de conservar el calor durante los últimos 4.000 millones de años.
7. La Tierra tiene al menos cinco lunas naturales. Bueno, en realidad no.
Además de la Luna, hay otros cuatro objetos, al menos, que tienen su órbita junto a la de la Tierra en el sistema solar. No son propiamente lunas pero, como dice Phil Plait, “molan”. El mayor de todos estos objetos Cruithne – a saber cómo se pronuncia –, que tiene unos 5 kilómetros de diámetro y traza una órbita realmente extraña desde nuestro punto de vista.
Este asteroide, como los otros tres, orbita en realidad alrededor del Sol y, de acuerdo con la Wikipedia, “comparte la órbita de la Tierra de manera no estable, es decir, no siempre será así, con un movimiento tal que impide que se estrelle contra ella, al menos en los próximos millones de años”. Toquemos madera :-P
8. La Tierra está engordando
En su viaje alrededor del Sol, nuestro planeta se lleva por delante ingentes cantidades de basura estelar, desde pequeños asteroides hasta el polvo cósmico que vemos cruzar el cielo en las noches de verano. En total, cada día caen a nuestro planeta de 20 a 40 toneladas de este material, suficiente para llenar un edificio de seis plantas al cabo de un año.
Esta cantidad representa sólo el 0.0000000000000000006% de la masa de nuestro planeta y harían falta 450.000 trillones de años para doblar la masa de la Tierra de este modo. A pesar de que es poco, y de que la atmósfera también pierde masa por su parte, el balance es positivo para la Tierra y podemos decir que está engordando.
9. El monte Everest no es la montaña más alta
Si medimos la altura de una montaña en terminus más justos, los 8.850 metros del Everest no bastarían para acreditarle como el más alto del planeta, dado que el volcán Mauna Kea, en Hawai, mide 10.314 metros desde su base, en las profundidades marinas, hasta la cima. Solo sobresale 4.205 metros sobre el nivel del mar, pero si miramos debajo es bastante más grande que el Everest y además tiene un observatorio en su cima.
10. Destruir la Tierra es bastante complicado
¿Qué se necesita para vaporizar un planeta como la Tierra? Si definimos vaporizar como volarla en pedazos tan pequeños que se dispersen y no puedan unirse de nuevo por la gravedad, la cantidad de energía que se necesitaría es descomunal.
Si quisiéramos desintegrar la Tierra mediante bombas nucleares, por ejemplo, nos haría falta un gran arsenal y un montón de tiempo. Si hiciéramos explotar todas las bombas nucleares existentes en nuestro planeta una vez cada segundo, nos llevaría 160.000 años convertir la Tierra en una nube de gas en el espacio.
Incluso las grandes colisiones estelares no bastan para desmaterializar un planeta. La Tierra recibió el impacto de un objeto de la talla de Marte hace varios millones de años y la basura resultante formó la Luna, pero no nos borró del mapa.
Es por esto, explica Phil Plait, por lo que el rayo de la Estrella de la Muerte en Star Wars no es ciencia ficción sino simple fantasía. La cantidad energía necesaria para desintegrar un planeta es demasiado elevada, incluso para el Lado Oscuro de la Fuerza.
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