Google y su homenaje a Verne
Julio Verne pertenece a los forjadores del mundo innovador, fue un visionario prodigiosamente intuitivo. Siglos antes que él, otros hombres se habían anticipado con definiciones a problemas de la física, de la mecánica, herederos de aquella clarividencia griega que ya presentía con Pitágoras la armonía universal en las matemáticas, o con Demócrito idealista de la fuerza básica del átomo. Julio Verne no fue un científico, sin embargo, logró ser un precursor en la medida que su sabiduría se lo permitió; lleno de lógica dio por adelantados y normales una serie de inventos primitivos, sin demostración en proceso de la ciencia empírica. Son pocos los autores en la historia de la literatura universal que han sido tan populares como Verne, tan extraordinariamente reconocido hasta nuestros días, como el padre de las maravillas de la ciencia-ficción. Nació en Francia, Nantes, 8 de febrero de 1828.
Julio Verne tuvo una infancia normal pero bastante soñadora, en las revistas había visto los barcos de Fulton, los globos de Montgolfier y las locomotoras de Stephenson. Desde muy niño mostró los destellos de su imaginación a sus compañeros de colegio. Aunque estudió derecho, se refugió cuando pudo en los pasajes de la ilusión, este incorregible idealista no se dirigió a un bufete cuando terminó su carrera, más le atrajo ser pobre y libre en Paris acompañado de su mundología. Vivió bajo la luminiscencia romántica de Víctor Hugo, Dantes. Sus ídolos fueron Bell, Branly, Becquerel, entre otros, captó los prodigios de la revolución industrial y supo que estaba transitando el umbral de un siglo de soberbias revelaciones.
Se acercó a las tertulias de los hombres de ciencia. Asistió a la Sorbona para escuchar a los matemáticos y a los físicos. Hizo amistad con Alejandro Dumas padre, quien lo aproxima a diversos sabios y a grandes viajeros. La curiosidad de Verne lo exprime, sin embargo no estaba completamente contento, se siente apartado de sus pulsiones familiares, la soledad le molesta “estoy hasta la coronilla de mi vida de soltero”. Cambia su vida con el matrimonio y se convierte en corredor de bolsa. De repente vuelve a lo suyo cuando se encuentra con Pierre-Jules Hetzel, escritor y editor de notoriedad quien con sus libros había logrado nombre. Julio Verne había fracasado durante veinte años llevando sus escritos a las editoriales. Su presentación inicial trataba de un estudio de navegación aérea con su globo “El Gigante”. Con su obra “Cinco semanas en globo” comienza la fama y empieza a conquistar el público del mundo.
A lo largo de cuarenta años de trabajó escribió ciento cuatro libros de aventuras impares, fue más celebre que Víctor Hugo, que Eugenio Sue. No hubo empresa científica sin que en el tropel de las criaturas de Verne como el capitán Nemo, dejará de destacarse un héroe. Los viajes se elevaron hasta los cielos sellando las profundidades abismales de la popularidad del autor. El Nautilus de Nemo, precede al Nautilus atómico americano. En el viaje al centro de la tierra se anticipa a los vulcanólogos, afirma “ se ira a los planetas, se ira a las estrellas como se va hoy tranquilamente a Liverpool… y el océano atmosférico será atravesado como los mares de la Luna” El Spútnik estaba en el horizonte intelectual de Verne, nada escapaba al novelista de “El Batiscafo”, la ventana abierta a los abismos inexplotables , fue plasmado en “Veinte mil leguas en viajes bajo el mar”; la bomba atómica brota en el “fulgurante Roch”; los cohetes de Cabo Cañaveral se diseñan y disparan en “Alrededor de la luna”, los cañones de larga distancia afloran en “Los quinientos millones de la Bégum; los carros modernos de asalto en “La casa de vapor”; el cine sonoro en “El castillo de los Cárpatos”, entre otros fueron parte de sus anticipos geniales.
Cansado de la vida parisiense y en plena fecundidad se dirige a la provincia junto a su esposa, prosigue en busca de aventuras. Ha cambiado su carácter desde la muerte de Hetzel, previendo una ferocidad sistemática y científica “Siempre será posible soñar, pero siempre estarán en acecho las fuerzas oscuras y ciegas” “¡Amo la vida, la libertad y el mar” Pasaron los años y los años y todo estuvo tranquilo a su alrededor. El 24 de marzo de 1905 murió el narrador de imposibles que fueron posibles para el progreso de la humanidad.